Lactancia Materna y Mordiscos

Una gran pregunta que las madres lactantes reciben alguna vez durante su lactancia es: ¿Y no te muerde?

Pues no, lo habitual es que aprendan a mamar sin morder y aunque quizá lo hacen una temporada, saben y pueden mamar sin morder.

A partir de los 8 meses, algunos bebés pueden morder el pecho y ¡Empieza una temible y dolorosa etapa para las madres!  Aprender a frenar el proceso y reconducir la situación es básico, si no se hace a tiempo la situación se puede complicar y en ocasiones puede significar el final prematuro de la lactancia.

A pesar de que todo son mordiscos hay dos tipos de mordiscos: mordiscos conscientes y mordiscos inconscientes, y cada tipo tiene soluciones diferentes.

  • Los mordiscos inconscientes se producen cuando el bebé se duerme o se relaja al pecho y cierra la boca de manera no premeditada. También la salida de los dientes puede ocasionar indeseados mordiscos nocturnos. En estos casos, hay que tener paciencia e intentar retirar el pecho justo en el momento adecuado para que no se queden con el pezón dentro de la boca. Hay madres que colocan el dedo entre los dientes del bebé y el pecho cuando el bebé se va durmiendo, así si el bebé cierra la boca el mordisco se lo lleva el dedo.
  • Los mordiscos conscientes se producen cuando el bebé muerde el pecho y espera una reacción por parte de su madre. Podríamos considerar los mordiscos conscientes como una situación accidental, se produce un primer mordisco que causa una reacción en la madre, que conduce al bebé a un tipo de juego muy molesto y doloroso para la madre.

¿Qué hacer cuando los mordiscos son conscientes?

Cuando el bebé entra en una etapa de mordiscos conscientes hay que extremar las precauciones para intentar salir indemne:

  • Centrarse en la toma; hablar con el bebé, jugar, no perder el contacto visual... muchos mordiscos se producen por un reclamo de atención. Si dejamos todo lo que hacemos para estar pendientes del bebé es posible que no muerdan.
  • Cuando el bebé muerde de manera consciente, mira a la madre, se ríe, espera una reacción. En este sentido, es importante, a menos que nos pille desprevenidas, intentar no chillar o apartar al bebé de manera brusca. Tampoco hay que reír, los mordiscos duelen pero, cuando los ves con esa cara de pillines, se te puede escapar una sonrisa y eso fomenta el juego: te muerdo a ver qué pasa. La neutralidad, en la medida que sea posible, es la mejor opción.
  • Hay que recolocar al bebé de nuevo al pecho como si fuera un bebé: nada de mamar de pie, de lado o haciendo el pino puente... Niño colocado al pecho, muy cerca del pecho.
  • En buena postura y fomentando un buen agarre, intentar que el bebé tenga todo el pecho en la boca como si comiera una hamburguesa. Hay que evitar que ponga boca de piñón como si succionara un espagueti.
  • Se debe avisar al bebé antes de la toma: "si muerdes, no hay teta".
  • Es mejor que la toma sea breve y evitar que el bebé se aburra o se relaje demasiado.
  • Ensayar una cara y un tono de voz lo más neutro posible para recordar al pequeño que la teta no se muerde.
  • A veces "guardar" el pecho es más que suficiente para que lo entiendan. Se evita seguir con la toma y se informa al bebé de manera pausada y relajada que si sigue mordiendo no va a haber teta.
  • Otras veces, la solución pasa por separarse del bebé, dejarlo en un sitio seguro y salir de su campo de visión para llorar o gritar.
  • Hay bebés que se asustan si la madre grita o les aparta de manera brusca, y eso puede hacer que rechacen mamar posteriormente.

Normalmente, antes de una semana, el bebé dejará de morder y se recuperará la normalidad. Si el mordisco ha producido heridas en el pezón o la areola hay que proceder a desinfectarlas y dejar secar las heridas al aire para evitar que se infecten.

Bebé que le empiezan a salir los dientes

Alba Padró Arocas, asesora de lactancia e IBCLC para Espacio Lactancia.

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