El calostro es la primera leche que tomará el bebé y el cuerpo de la madre se prepara y lo fabrica semanas antes que nazca su bebé.
Muchas culturas han considerado y consideran que el calostro es una sustancia que no sirve o es mala y por tanto no hay que dársela al bebé. Estas culturas dejan al bebé varias horas, o a veces días sin comer absolutamente nada o dan a los bebés preparados tradicionales.
Pero la ciencia ha demostrado que el calostro es un alimento único y adaptado a las necesidades específicas de un bebé recién nacido y como todas las cosas buenas se sirve en pequeñas cantidades.
El calostro se empieza a producir entre la 12-16 semana de embarazo y a veces su presencia es visible, otras veces no lo es. Muchas mujeres se dan cuenta que en el pezón se les forma una costra transparente, a veces de color marrón claro, que se desprende después de la ducha diaria, y que al cabo de pocas horas vuelve a aparecer en el pezón. Muchas veces las madres se angustian si durante el embarazo no ven las gotitas de calostro, ya que piensan que es un indicativo de que no tendrán leche y eso no es verdad, hay que desterrar esta idea. No observar el calostro durante el embarazo no tiene la menor importancia ni determina el curso de la futura lactancia ni la producción de leche que la madre tendrá. El cuerpo es sabio y sabe que el calostro es oro para el bebé y lo tendrá preparado en el momento que el bebé nazca.
Las mujeres fabricamos diferentes tipos de leche según la edad del bebé y la primera leche es el calostro. Después viene la leche de transición que se fabrica, más o menos, hasta los 15 días de vida del bebé, y finalmente la leche madura que irá variando la composición a lo largo de la lactancia y se adaptará al crecimiento del niño y a sus necesidades.
El calostro es visiblemente diferente a la leche madura, es de color amarillo o naranja (también puede ser verdoso o de un color marrón intenso) ya que está saturado de vitaminas, en especial de betacarotenos que tienen un efecto antioxidante sobre las células del bebé.
La primera función del calostro es la de protección y la segunda de alimentación. Por lo tanto un bebé debe tomar pequeñas cantidades, de 8 a 12 veces al día, de calostro durante unas setenta y dos horas.
Las cantidades siempre son mínimas y perfectamente adaptadas a la capacidad estomacal del bebé. El bebé sólo debe recibir calostro, y con él tiene más que suficiente, no hay que pensar que pasa hambre o que el calostro no le será suficiente porque en realidad se produce más calostro del que el bebé puede tomar.
En muchas ocasiones los recién nacidos se muestran ansiosos y demandantes, quieren estar pegados al pezón y succionar de manera continua. Este “trabajo” que realiza el bebé garantiza la llegada de la leche de transición y el buen establecimiento de la lactancia.
El aspecto y la cantidad no son las únicas diferencias entre el calostro y la leche madura. El rasgo distintivo del calostro es su composición única que le hace parecerse mucho a la sangre.
● Es un cóctel de protección inmunológica, una primera vacuna especializada y única. El calostro reviste la mucosa gástrica y evita la adherencia de patógenos creando una especie de capa protectora en todo el tracto gastrointestinal del bebé.
● El calostro está lleno de células vivas que trabajan para proteger al recién nacido, estas células transmiten información inmunológica de madre a hijo, por lo que ofrecen una protección tanto a corto plazo como en la edad adulta. Se ha demostrado científicamente que en caso de un trasplante de órganos entre madre e hijo, si éste fue amamantado, tiene más opciones de que el trasplante sea un éxito, ya que el cuerpo del receptor "reconoce" ese órgano como propio.
● El calostro tiene altas cantidades de sodio, potasio, cloruro y colesterol que tienen la función de estimular el crecimiento óptimo del corazón, del sistema nervioso central y del cerebro.
● El calostro también tiene muchas más proteínas que la leche madura. Éstas tienen una importante tarea de protección, nutrición y además controlan los niveles de azúcar en sangre del bebé. Esto es especialmente importante, pues los bebés tienen dificultades para mantener sus glicemias.
● Contiene también lactoferrina, que es una proteína con actividad antibacaterina y antifúngica, que aparece en la orina de los niños que toman calostro. Parece ser que de esta manera el sistema urinario se protege frente a las infecciones que suelen afectar a los recién nacidos con mucha facilidad.
● Y por último, pero no menos importante, el calostro tiene un efecto laxante que favorece la eliminación del meconio acumulado en el intestino del niño y así se evita ictericia por acumulación de bilirrubina en el intestino.
El calostro es un tesoro, oro amarillo, que se sirve en la medida justa, en el momento justo para garantizar la mejor protección y la mejor alimentación.
Alba Padró, asesora de lactancia e IBCLC para Espacio Lactancia,